viernes, agosto 18, 2017

Pedida de mano

Como en Septiembre de 1943 decidimos casarnos, Laura me dijo; como le vamos a decir a mi papá.... capaz que me pegue.- La verdad era que don Eduardo era muy celoso en cuidar a su hija, si cuando don Sergio Pérez le fue a pedir que Laura fuera a trabajar como cajera en la tienda y almacén de la firma, costó para que le diera permiso y durante meses la iba a dejar y a esperar a la salida, pero poco a poco la fue dejando libre, y ahí fue donde empecé a entrar yo.-También fue un lío para que la dejara ser paje de reina de primavera la señorita Georgina Caro, al fin, de que muchos amigos influyeron accedió  ¡Gracias a Dios!.- Con esos antecedentes, la cosa no era tan simple, sobre todo que yo no tenía nada que ofrecer como garantía de darle un buen pasar.- Opté  por pedirle a mi hermana Carmen para que me acompañara en tan delicada misión, elegimos un día domingo.- El lunes anterior les envié a mis futuros suegros una tarjeta que decía algo así;  “Don Eduardo, señora Amelia: Rafael Meza Ramírez les ruega recibirlo el próximo Domingo, para tratar un asunto familiar de gran importancia para ustedes y para el suscrito”
Me contaba Laura que comentaban entre ellos tratando que ella no los escuchara, pero sabía que se referían a lo nuestro, porque de cuando en cuando la miraban, pero nunca le dijeron nada. Al día subsiguiente de la llegada de la tarjeta, don Eduardo visitó a la Conchita Robles, hermana de mi padrino Tristán Robles, nietos de la fundadora de San Vicente Ferrer de Tagua Tagua, la señorita Concepción tenía gran influencia y su opinión era considerada de gran importancia en todos los sectores de la población. La Conchita era una dama muy educada y considerada poetisa, pero hablaba intercalando dichos y palabrotas  netamente campechanas.- Ella me contó después, >Fíjate Rafael, que me vino a consultar Eduardo sobre tu pedido, se vino a meter a las patas de las mulas, porque yo le dije “Mira Eduardo, ese chiquillo es bueno, de  muy buena familia, es el mejor partido para tu chiquilla, no tiene vicios y es trabajador. ¿ Que mas quieres? Entrégale tu hija a ojos cerrados y te acordarás de mi.- Gracias misiá Conchita.-
Ese Domingo cuando llegábamos con Carmenza, a la casa de la familia Torres Morales, alcanzamos a ver a Laura que pasaba corriendo a la casa del frente de la suya del señor Luis Peña del Valle, padre de sus mas íntimas amigas, que probablemente estaban al corriente de lo que ocurría y tengo la impresión que detras de las cortinas de las ventanas todos esos ojos observaban nerviosos el acontecer de calle por medio, y por supuesto Laura metida entre ellas con los nervios de punta.- Llamamos a la puerta, nos abrió don Eduardo, lo saludé y le presenté a mi hermana, nos invitó a pasar, en ese momento se presentó la señora Amelia muy seria y bastante nerviosa, la saludé (no la conocía) y la presenté a Carmenza, hasta ese momento puras frases de cortesía, después silencio...un silencio que me empezó a poner nervioso, entonces saqué la voz, no se de donde, pero sin gallo:  Don Eduardo, señora Amelia, el objeto de nuestra visita es  pedir la mano de su hija Laura en matrimonio, yo no tengo bienes ni una situación económica brillante,  pero tengo estas manos y una buena cabeza que pongo a disposición de Laura para hacerla feliz.- Se pusieron blancos si así se pudiera decir, a pesar que ya sabían a lo que venía, pero para lo que no estaban preparados era para el discurso, corto, pero crudamente franco.- El silencio llegó a ser molesto para la  señora Amelia, le lagrimaron los ojos.- Don Eduardo ya repuesto de la sorpresa me dijo: Me gustó su franqueza ¿Cuando piensan casarse?. Cuando ustedes y notros nos pongamos de acuerdo.- La señora Amelia nos dio la mano sin decir palabra, como quien cierra un trato, entró en la cocina y salió con una bandeja de queques y unos vasitos de un licor de no se que, pero que me aclaró la garganta que la tenía tan seca que no podía tragar ni la poca saliva.-Mientras la señora Amelia salió a buscar la bandeja llamó a alguien y oímos que le decía;

¡Díganle a Laura que venga! Llegó bien coloradita, saludó a Carmenza, y don Eduardo le dijo: Este joven me ha pedido que seas su mujer, y yo lo he aceptado, así que de ahora son oficialmente novios, y no quiero lloriqueos, porque esto no es para llorar, ¡ Esta Claro! ¡Ah!. Fijamos el matrimonio para el 31  de Enero de 1944.- LEAFAR


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